Suele ser fácil pronunciar estas palabras, pero cuando puedes atravesar alguna circunstancia adversa resulta complicado.
Hay algo que me gusta de mi habitación y es tener una ventana cerca de mi escritorio para mirar el cielo (una de mis tantas aficiones), sobre todo en la mañana esto me atrae hacerlo. Porque ahí puedo cada mañana tener esa parte favorita de mi día: meditar la Palabra y estar a solas con Dios. Y al alzar mi mirada ver ese cielo radiante, nubes tan blancas y la brisa de la mañana me asegura que él está conmigo.
Te desafío hacer aquello toma unos minutos de tu día y mira al cielo (si puedes hazlo ahora). ¿Ves las nubes tan esponjosas? ¿El cielo celeste? O puedes estar leyendo estas páginas en el atardecer. Toma tu tiempo al hacerlo y deja asombrarte por la creación de Dios.
Si te fijas en lo detalles podrás ver que tenemos un Padre amoroso que cada día nos brinda espectáculos hermosos en el cielo.
En Daniel 4: 34 - 37 Nabucodonosor, este rey de un gran imperio pudo darse cuenta con solo alzar sus ojos al cielo la magnificencia del amor de Dios, lo alabó, glorificó y bendijo. El rey Nabucodonosor pudo declarar que el dominio de Dios es sempiterno, y él hace según su voluntad en el ejército del cielo.
No fue fácil para el rey Nabucodonosor reconocer esto, si lees el capítulo 4 vas a entender al estado deplorable que llegó debido a su orgullo.
No esperes llegar a una circunstancia complicada para poder reconocer el poder de Dios, aún tienes la oportunidad de levantarte cada mañana y alzar tu mirada al cielo y declarar
Señor DIOS, tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. No hay nada demasiado difícil para ti. Jeremías 32:17
Comments